30 jun 2012

Plácido Domingo en concierto en el Auditorio Nacional de México celebrando sus 60 años. 20 de Junio, 2012


México me adopta libremente por momentos y por otros me hace sentir su inquilino mas odiado...
El 20 de junio pasado fue así. Crisis laboral por la mañana. Lluvia intensa por la tarde y…
Plácido Domingo en el Auditorio Nacional por la Noche.
Y otra vez vuelvo a sentirme tan cómodo aquí en México con verdadera emoción.  La emoción que solo Plácido Domingo puede arrancarme y retrotraerme al ’97 cuando hice 24 horas de  cola para sacarme mi entrada en Buenos Aires para verlo en el Teatro Colón en un esperado Sansón y Dalila. Si… muchos recuerdos todos juntos.
Y así estuve el 20 de junio en el Auditorio festejando sus 60 años… con la emoción a flor de piel como creo que no se puede estar de otra manera frente al maestro Domingo.
Acompañado magníficamente por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (qué bien que suena!) dirigida con  justeza por el maestro Eugene Kohn y las sopranos Angel Blue (invaluable promesa a mi juicio) y Micaëla Oeste (exquisita belleza y afinación)  junto a la bailarina Núria Pomares con quien el maestro protagonizó un dúo de canto, amor  y baile, arrollador. Un Domingo cantante y maestro de ceremonia fenomenal dejando a las claras lo cómodo que se siente en su entrañable México.
Un programa impecable, acertado para todos,  que le permitió al maestro Domingo  ofrecer una vez más su fuerza y potencialidad cantando con el fraseo de un muchacho de veintipico de años.
Lehar, Strauss, De Falla, Wagner, Puccini, Bernstein, Lewe, Leigh, Arlen, Luna, Torroba, Ponce, Greve  y… Verdi  aparecieron con su benévolo canto, sin estridencias y produciendo siempre esa gran emoción que surge de la gran musicalidad de su arte. Es de remarcar el duo verdiano “Parla, siam soli… Si, vendetta!” (aria y caballeta) junto a Micaëla Oeste.
Y en la segunda parte un recuerdo imborrable para todos esa noche.  Ataviado como el mejor mariachi y acompañado por el grupo Marichi Vargas de Tecalitlán y Guadalupe Pineda nos demostró una vez más como ningún otro puede hacerlo que el clima de su voz se adapta a la atmósfera que propone la escena y fue un Mariachi con una voz robusta, potente y arrolladora; con la solidez que le permite su oficio cantar, cantar y cantar por tres horas seguidas los diferentes estilos y derrochando bondad a manos llenas, dejándonos el corazón a pleno como solamente el maestro Domingo sabe hacerlo.
No nos queríamos ir, pero llego el final y nos fuimos todos coreando el “Granada… tierra soñada por mi…”

Escribir algo más no corresponde frente a tanta grandeza.
Gracias Maestro!