El Teatro alla Scala está vacio.
Pero sus puertas están abiertas.
En el interior solamente está la Filarmónica dirigida por Daniel Barenmboim interpretando la Marcha Fúnebre (Adagio assai) de la Tercera Sinfonía de Ludwing van Beethoven.
El público como es habitual cuando muere un director musical, está afuera: 8.000 personas escuchan profundamente conmovidas, de pie en la plaza frente al teatro.
Es un último adiós que La Scala y todo Milan ofrecen al Maestro Claudio Abbado.
La música de la Filarmónica se transmite en alta voz en la plaza llena de gente.
El tráfico ha sido cerrado.
Músicos con sus instrumentos, estudiantes, familias y personas en Milán, los entusiastas de La Scala, como también los turistas y extranjeros querían recordar en silencio al profesor que dirigió por 18 años desde 1968 hasta 1986 el Teatro alla Scala
La fotos del Homenaje
